Las dos manos peinan mechones insurrectos, limpian mocos y llantos, abren botellas, picaportes y paquetes de galletitas.
Las dos manos corren el cierre de la mochila, revuelven ollas, enjuagan vasos y chupetes, acomodan cuellos, estiran remeras y alisan sábanas.
Las dos manos miden fiebres, desarman el camino que dejan las cosas de los chicos, cuelgan la ropa, firman autorizaciones y avanzan las hojas de los cuentos.
Las dos manos encuentran las llaves, atienden el teléfono, aprietan dudas y cruzan hijos por las avenidas
Las dos manos dejan profesiones y preocupaciones por un rato para armar rompecabezas, dibujar mamarrachos, encastrar bloques y promover títeres descuajeringados.
Es que las madres sabemos que hacen falta dos manos diestras para cerrar cualquier abrazo.